Escuchando a mamá-bebé

Cuando nace un bebé, sin retirarlo de su mami, vigilamos y evaluamos. Primero que nada, sus signos, su apariencia física y que su estado general sea bueno.

cuidadoras del parto natural

También nos interesa observar sus gestos, escuchar su llanto, ver su lenguaje corporal y sus reacciones

Cuando han pasado ya un par de horas procedemos a revisarlo más en detalle, desde el tope de su cabeza hasta los dedos de los pies. Por delante y por detrás.

Este mismo protocolo nos guía durante las visitas posparto en casa. Y, algo de suma importancia desde que practico la Presencia Biodinámica, es escuchar a mamá acerca de cómo está siendo este proceso para ella. Observamos la interacción entre los dos. Por ejemplo, cómo va el aprendizaje del amamantamiento para ambos.

En algunas ocasiones si notamos, por ejemplo, el que bebé llora con cierta incomodidad o agudeza, le pido permiso a mamá de cargarlo, ponerlo frente a mí para observarlo más de cerca y la pregunta que casi siempre le hago (verbal o mentalmente), mientras está llorando, es:

¿Cómo fue el estar adentro de mamá para ti? ¿Y el venir a este mundo?

En los talleres de Biodinámica Perinatal hemos podido reconocer que un bebé cuando nace trae consigo experiencias de vida de por lo menos nueve meses (adentro de su madre).

A esta serie de sensaciones que bebé pudo haber experimentado se suman aquellas que las contracciones y el descenso por el canal de parto, o la salida por el abdomen (en caso de una cesárea), le han acercado.

Continuaré con la descripción de un caso.

Caso 1.

Sesión de Biodinámica Perinatal.

presencia-biodinamica-bebés

En la visita de los tres días me reportaron mamá y papá que bebé lloró toda la noche.

Lo sostuve en brazos y lloraba muy fuerte así que lo acosté en la cama. Seguía llorando y agitando las piernitas y los brazos muy rápido. Entonces decidí colocarlo boca abajo. Pegué mi mano a sus plantas de los piecitos y así llorando empezó a impulsarse con mucha fuerza por la cama, haciendo uso muy efectivo de su reflejo de marcha.

Cuando se acercaba a la orilla de la cama pedí a mamá que se sentara en el suelo muy cerca de donde bebé estaba. Siguió impulsándose hasta quedar colgando su cabecita y pecho (como vampiro).

Había avisado a mamá que esperara mi señal. Yo lo sostenía de sus hombros mientras permaneció cabeza abajo. Me ha pasado que a veces hay cambios en el llanto o lapsos sin llanto, pero en esta ocasión el volumen y el timbre de bebé fue parejo.

Después de un minuto, cuando mucho, mamá lo recibió y lo tomó en sus brazos. Le susurró palabras muy tiernas mientras lo acercaba más a su pecho.

A los diez días, en otra visita a su domicilio, bebé lloraba irritado y su abdomen estaba muy duro. Parecía que le dolía o estaba padeciendo de un cólico.

Observé la cara de mamá algo pálida y como con desánimo. Le pregunté acerca de como habían sido esos días. Me comentó que ella y su pareja habían tenido un enfrentamiento durante los dos días anteriores.

Al tomar a bebé en mis brazos repetí la escucha de manera muy similar pero bebé lloró con mayor intensidad, algo así como manifestando rabia o dolor muy intenso.

Fue así hasta llegar a los brazos de mamá. Cuando se fue tranquilizando y toqué su pancita, ésta se encontraba más relajada que al principio de la sesión.

A los quince días, cuando le llamé a mamá me reportó lo cansada y desesperada que se sentía.

Que bebé no le dejaba de chupar su pezón a lo largo de toda la noche. –Cuando llora lo trato de escuchar pero no sé si llora de cólico o de qué, me dijo.

Pensé que esta vez quien más necesitaba la sesión era mamá, así que la invité a que viniera a mi consultorio y se hiciera acompañar de alguien que sostuviera a su bebé mientras recibía su sesión. Así fue y su madre y hermana la acompañaron al día siguiente.

Primero revisé a bebé y luego que se lo acercó al pecho, pues parecía que tenía hambre, observé cómo era la posición de ella y la succión de bebé.

Cuando consideró que había terminado de comer y quería separarse a bebé para dárselo a su madre y recibir la sesión ella sola, bebé comenzó a incomodarse.

Fue como una señal para mí de que la sesión tendría que ser para ambos. Recorrí la camilla hacia la pared para que colocando a bebé a su lado, no tuviera el pendiente de que se fuera a caer.

Comenzamos. Se hizo el silencio, la quietud. Sólo se escuchaba la respiración de bebé. De pronto apareció claramente en bebé un patrón de suspiros-sollozos que se repetían de manera intermitente.

Fue así a lo largo de toda la sesión y me sorprendió escuchar que, tanto el tiempo de sus respiraciones suspirantes se fue acortando, como el lapso entre ellas alargando.

Conforme más quietud y relajación había en mamá el ritmo respiratorio de suspiros en bebé se fue separando y convirtiendo en un patrón respiratorio más parejo y silencioso hacia el final de la sesión.

Mamá pudo percatarse de este cambio también.

Esta experiencia me confirmó el hecho de que mamá-bebé son uno y juntos pueden encontrar su propio ritmo.

Al día siguiente mamá me escribió: -¡Vamos súper bien!, ¡Estoy mucho más contenta, segura y relajada! A él lo siento más tranquilo. ¡Te mandamos un abrazo Laura!

Escrito por Laura CaoRomero Alcalá